miércoles, 13 de julio de 2016

Me hubiera gustado quererte



Me hubiera gustado quererte. Quererte en el sentido más nimio y sutil de la palabra. Me hubiera gustado quererte de otra manera, de la buena, entre todas las maneras de quererse que existen. No exasperada e impacientemente, con la locura que caracteriza todo lo que hago y que nada tiene que ver contigo. Me hubiera gustado quererte con calma, con paciencia, con mimo. De una forma simple y sencilla. Inverosímil. Como esas cosas que están ahí porque sí. Con una certeza firme, como la de tu olor, que se intuía entre las sábanas, nuestras sábanas, incluso horas después de que te hubieras ido con tu silencio demoledor, que me amenazaba a punta de adiós. Ese silencio que en el fondo, sé que tanto me quería. 

Me hubiera gustado quererte, o al menos me hubiera gustado saber decirte que te quería, a mi manera, pero que te quería. Haber encontrado las palabras adecuadas, las exactas, las únicas válidas de las infinitas combinaciones posibles. 

Me hubiera gustado quererte como tú querías, como necesitabas, como merecías, qué se yo. Me hubiera gustado no quererte tanto, quererte menos, pero mejor. Haber aprendido a mirarte, a ver el mundo a través de tus colores, fueran los que fuesen, o al menos, haber aprendido como no debía hacerlo. 


Me hubiera gustado quererte a pesar del tiempo, de la distancia, de las diferencias insalvables que nos separan. Quererte a ti, a mi, a los dos. A ese jodido plural que hilvana y desdibuja un futuro que ha pasado, mientras yo buscaba excusas absurdas para quererte, eso sí, a mi manera. Mientras trataba de encontrar el modo de no quererte tanto, pero quererte bien.


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