miércoles, 28 de septiembre de 2011

emociones





Las emociones, son viscerales, o nos salen por la boca, o nos asfixian. Los malos momentos, por suerte o por desgracia, pasan…como los buenos. La vida, al final, efímera como es, acaba corriendo su curso, y queramos o no, solo somos espectadores, solo somos aquel que mira, y sonríe o llora, pero solo mira.

Las emociones, viscerales, acaban con nosotros o nos hacen grandes, nos llevan a precipicios, y saltamos. Saltamos porque tenemos miedo, porque el miedo es frío: duele y asfixia. Saltamos porque nos quedamos sin voz, corremos en el último segundo…y nos dejamos llevar.

En ese instante de ingravidez, sentimos que flotamos, esa sensación nos gusta, nos sentimos pequeños, nadando en el líquido amniótico, protegidos. Nos sentimos pequeños, y eso nos gusta, porque ser pequeño implica no pensar demasiado, no tomar decisiones, no hacerse daño, y no sentir la necesidad de correr, de saltar, de llorar, de morir en una décima de segundo por el miedo al choque.

Las emociones, son viscerales, pero todos esperamos, que lo que hoy nos ahoga, mañana nos haga respirar. No queda más remedio que la esperanza, que al fin y al cabo, es una emoción más.

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