sábado, 21 de mayo de 2011

jornada de reflexión




“Somos personas normales y corrientes. Somos personas como tú…”

Comenzaba nuestra propia jornada de reflexión. Parémonos a pensar en la palabra “reflexión”, según la RAE “Considerar nueva o detenidamente algo”. Con este significado veo bastante viable  y legal el análisis e inspección de la actualidad que hoy, un puñado de españoles, han vivido en Nibelungenplatz y muchos otros lugares del mundo.

Éramos muchos, de todas las edades, reunidos junto al Consulado español en Frankfurt. Los eslóganes, frases y demás reivindicaciones llenaban los pocos huecos que quedaban vacíos en aquella plaza, pero unas palabras eran las más repetidas de la mañana: “¿puedo ayudar en algo?”.

El espíritu colaborativo lo invadía todo, cada uno aportaba su granito de arena, su pegatina, o su rotulador para escribir bien grande un símbolo nunca antes visto en una manifestación; era: #.

Porque somos una nueva generación, con nuevos modos de comunicarnos, de relacionarnos y de hacernos notar; con nuevas consignas, nuevos gritos y nuevas ideas. Porque ahora los problemas han cambiado y los llamados “NiNi” ni aguantan ni consienten más.

Son muchos los que hablan del botellón, de una juventud apolítica y pasota. Pues ahora hemos protestado, nos hemos reunido, de modo asambleario, sin ninguna cerveza en medio y con muchas ganas de acabar con aquello que no nos agrada, aunque parece que esto ahora tampoco termina de gustar.

Algo falla, y tenemos que asumirlo, por ello no es de extrañar que hayamos hablado, tarde o temprano la situación no se sostendría más. Nos hemos manifestado con bastantes propuestas más o menos aceptables, debatibles y moldeables, pero ninguna alocada. Un espíritu de cambio, pacífico, con folios que poner sobre la mesa, de ciudadanos de a pie, que trabajan día a día de forma productiva en España o en un país extranjero, para intentar salir adelante.

Esta es nuestra causa, la de todos, una reivindicación, un intento de buscar soluciones a un problema que nos pertenece, y al que no debemos de hacer oídos sordos. Cierto es que la fórmula mágica no existe, que es algo complejo que no se resuelve con eslóganes facilones, pero entre esas multitudes hay ideas, hay formación (más de la que muchos altos cargos poseen) y ganas de cambiar aquello que aún no se ha conseguido. Entre esas multitudes están los futuros ingenieros, psicólogos, arquitectos, pero también los futuros ministros y ministras, los presidentes, así como su futura oposición. No he encontrado ninguna muestra de desafección política, entre una población de todas las edades que no pedía que le regalen nada, pedía un poco de cordura en una actualidad política, que si me permitís, da un poco de vergüenza.

Esta mañana nos daba igual que no hubiera cámaras, ni periodistas, ni algún medio físico que permitiera hacer llegar nuestras voces, cansadas tras tres horas, hasta algún estamento competente, hasta nuestro país.
Daba igual. Había una idea presente, un sentimiento común, que nos unía, y nos hacía creer que aunque no podamos cambiar nada, es nuestro DEBER intentarlo.

“SOLO PEDIMOS UN PAÍS DIGNO AL QUE PODER VOLVER ALGÚN DÍA”. Y es que pesar de los 30 grados alemanes, el vello se erizaba…era emoción, quizás orgullo.

Doscientas personas, lejos de su casa, de su idioma y costumbres, querían unirse a las voces y las horas de sueño de los que desde Sol, Plaza de Catalunya y más de 80 ciudades en España, decidían romper su silencio y formar parte de una nueva marea.

Cada uno de una edad, con una historia que contar, un con motivo propio y personal por el que protestar, un motivo diferente, de más o menos importancia, pero todos con un trasfondo común: el cambio.

El cambio de unas injusticias que condicionan nuestro día a día, que enriquecen a muchos y dejan sin  futuro a los jóvenes, cuando se supone que el futuro somos nosotros. No somos marionetas, por eso hemos hablado, por un cambio. Cambio de las irregularidades, deudas, corrupción, abusos, ostentaciones, privilegios, recortes y especulaciones. Cambio de los coches oficiales,  de los imputados, del lujo y actos lujosos, de las pensiones vitalicias, de los engaños. Cambio de una clase política actual que menos política hace de todo. Cambio hasta llegar a la sociedad que queremos, aquellos que vivimos realmente en ella.

Y esta es nuestra generación, es nuestra juventud, y he de decir que me siento muy orgullosa de ello. Por primera vez en nuestra Historia y sirviendo de precedente, en plena campaña electoral, cuando abrimos el periódico no nos encontramos  a los mismos de siempre, diciendo las mismas cosas de siempre, en medio de mítines vacuos, que carecen de contenido, y que hay que decir que cuestan bastante dinero, dinero que por supuesto, pagamos entre todos. Esta vez la imagen era una plaza, en la que no cabía un alfiler, y la frase no era “Vota a P y lo que siga”, eran unos eslóganes bastante más elaborados y con más sentido común. Esta vez, la portada era el pueblo, y no es algo tan descabellado, ya que como país demócrata la voz pertenece al pueblo, y era hora que despertáramos, que leyéramos, que viviéramos al pie de la actualidad que tanto nos concierne.

Como ciudadanos tenemos la obligación de analizar cómo vivimos, tenemos la obligación de criticar lo que no nos gusta y pelear por lo que queremos. Tenemos la obligación de intentar evolucionar, de informarnos, de ser informados, de exigir y sobretodo tenemos la obligación de mejorar.

Y tras la tormenta, llegará la calma. Puede que todo este barullo, realmente no sirva para nada, hay muchas posibilidades de ello. Pero si con esto, se consigue que por un segundo aquellos que tienen el poder, también hagan una jornada de reflexión, tanto legal como moral y éticamente, habrá valido la pena.

He de decir que mañana volveré a acudir al Banco Central Europeo, porque puede que no nos quieran escuchar, pero al menos, nos van a oír.

Y como dijo Gandhi: "sé tú mismo el cambio que quieres ver en el mundo"

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