sábado, 16 de enero de 2010

el jardin de los imposibles


Amanecí un tres de marzo en la habitación de un hotel deshabitado, en medio de la nada. Me mire al espejo, y solo vi el reflejo de lo que ayer fuimos, no conocía mis manos, esas que anoche despedían a tu cuerpo, ese cuerpo que tembloroso, se entregaba cada noche; no sentía los pies, los que paseaban contigo cada amanecer desesperado; no conocía los ojos que se perdían en tu verde cuando la madrugada decidía ser más oscura de lo normal. Puede que la solución sea Oslo, allí hay noches que comienzan a las tres de la mañana, puede que la solución sea un frio invierno abatido.
Solo sé que existen muchos puentes, tantos como suicidas, nunca sabes donde puedes encontrar un alma solitaria…dicen que siempre damos mucho más de lo que recibimos, y cuando lo tuve todo me salía siempre cruz, el puto destino me quiso llevar al límite, un poco mas allá, tan allá que no podía verte, tanto que sentía como un cristal separaba nuestros dedos, desquiciados por tocarse, tan allá que imaginaba como sería mi cabeza sumergida en tu cuello, sintiendo tu olor tan dentro que se me clavase en el corazón. Me levante de la cama y me mire al espejo, y esta vez solo pude ver fotos, fotos de caras sonrientes, flashes de momentos felices, ¿y las lagrimas? Dónde quedan las lagrimas…esas que ni siquiera derramamos…quizás solo seamos dos icebergs flotando a la deriva en un frio océano, quizás solo seamos sirenas varadas en la orilla de alguna playa perdida…

Cuando todo termina, cuando ni siquiera queda el dulce recuerdo del ayer, nos sentimos solos, y lloramos por las noches. Cuando todo acaba volvemos a los lugares más felices, volvemos a ser niños en columpios esperando que la suave brisa del verano balancee nuestros cuerpos. Cierro los ojos y me veo frente a ti, bailando sobre tus pies, sintiendo tu cálido aliento sobre mi nuca…quizás todo esto sea un sueño y yo sea una marioneta, quizás tenga tantos colores para pintar mi mundo que no sepa cual elegir. Quizás mañana me despierte en este mismo hotel de carretera, un día tras otro, y me dé cuenta que prefería seguir soñando.

Solo buscaba un poco de felicidad en este mundo loco, solo buscaba dejar de beber en vasos vacios, encontrar tu mirada al final de la barra, solo quería la paz y desencadene la guerra. Viviré lustros bajo el pesado lastre del olvido, viviré arrastrando los recuerdos de lo que no fuimos, de lo que nos quedo por hacer. También podría despertarme, podría mirarte a los ojos.

Qué difícil es vivir caminando cuando el resto viaja a doscientos quilómetros por hora, que difícil es no estrellarse cuando el mundo no para de girar, que difícil no salirse de la curva mientras la desagradecida inercia nos guía como si fuese dueña de nuestro destino, que difícil no virar con el siroco cuando nadie me comprende, cuando me siento perdida, cuando soy pequeña y el mundo es demasiado grande para mí.

Qué razón llevabas…qué insignificante me siento, que triste el dolor de la despedida cuando ni siquiera he llegado a conocerte. Que duro puede llegar a ser el azar que me ha hecho acabar en un lugar en el que no quería estar, perdida en medio de la nada, en una habitación vacía y recordando el amargo humo del cigarro que ayer fumamos juntos en un tejado.

Quizás lo más difícil no sea quererse, quizás lo más difícil sea olvidarse.

2 comentarios:

  1. noto ciertas influencias de cierts cantautores??? sirenas, columpios...jajaja this night more!!
    creo q sobra decir q una vez mas me ha encantado!!

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  2. Me quedo con esta frase: Qué difícil es vivir caminando cuando el resto viaja a doscientos quilómetros por hora. Me parece muy cierta. Sigue escribiendo así y tendrás un fiel lector!

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