domingo, 8 de marzo de 2015

almohadas


Un cohete llegando a la luna,
dos desconocidos besándose en nuestro portal,
y el hueco de tu almohada
intacto,
como si ayer nunca hubiese sido ayer,
como si hoy fuese un lunes cualquiera.

Tu ropa tendida,
secándose. Seca.
Como mis labios,
cansados de esperarte,
hartos de odiarte,
rotos de quererte.

El cenicero lleno,
las paredes vacías,
la puerta abierta,
y tú, 
que ya no estás.

Rotos los espejos,
lentos los relojes,
vacíos los andenes,
destrozados esos versos
que ayer fueron tan nuestros.

Y la almohada que sigue gritando tu nombre,
y tu nombre que sigue llenando el aire,
y este aire que me asfixia,
que me sigue susurrando al oído palabras sin sentido.

La ventana abierta
golpeando la pared,
tus camisas aún manchadas de carmín,
el cohete, que ya ha llegado a la luna,
dos sombras, tumbadas en nuestro salón,
la almohada estúpida, vacía,
y yo abrazando el aire
que ya no existe entre tú y yo.



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