Querida Eva, tengo tanto que preguntarte, tengo tanto que
decirte…y tanto por lo que admirarte.
Querida Eva, siempre me contaron tu “antes”, pero nadie me
contó tu después. Nadie me dijo qué fue del cobarde de Adán, ni donde fue del
paraíso. Quizás después de todo, la serpiente se convirtió en tu mascota
favorita. ¿Te volviste a enamorar? Igual encontraste a alguien terrenal, que te
quiso como si fueras una diosa. Igual tuviste un trabajo digno, que te hizo
sentir realizada, del que disfrutaste día a día. Quien sabe, quizás la tarta de
manzana se volvió tu postre preferido…
Querida Eva, ¿tuviste hijos? Quizás se parecieron a ti,
quizás no. Quizás les contaste tu historia, quizás no. Pero seguro que luchaste
por ellos, ya que sí, fueron sangre de tu sangre. Seguro que al ver sus caras
por primera vez, lloraste de felicidad. Seguro que te hicieron sufrir, pero
aprendiste que eso formaba parte de la vida. Te castigaron con el dolor, pero
tú y yo ya sabemos, que hay palos que no duelen.
Querida Eva, ¿fuiste feliz? Igual encontraste a esa persona,
para la cual la única religión era escuchar tu risa al despertar. Igual no
tuviste que pedir perdón nunca más. Igual aquello por lo que tenías que
avergonzarte, te hizo más fuerte. Quizás aprendiste a mirar siempre hacia el
frente, y nunca más bajaste la cabeza.
Querida Eva, quizás aprendiste a disfrutar del mundo, de las
pequeñas cosas que llenan la vida, de los instantes eternos y los momentos
irrepetibles. Quizás te pusiste perfume, zapatos de tacón y te pintaste los
labios…y lo mejor de todo es que nadie te juzgó por ello. Quizás viajaste por
todo el mundo, quizás conociste lugares increíbles y personas inolvidables que
volvieron a llenar tu cajón de los recuerdos. Querida Eva, igual lo que nos
describieron como el Edén, para ti solo era una cárcel de flores. Igual al ser
expulsada, comenzaste a disfrutar de tu propia vida, a ser persona, a vivir.
Querida Eva, seguro que dejaste de creer en dios, y
comenzaste a creer en ti misma. Seguro que te miraste al espejo y te gustaste.
Seguro que tras unas cuantas lágrimas, pensaste que podrías salir adelante, y
que igual todo aquello no era más que una dulce condena. El comienzo de una
historia en la que tú serías la protagonista anónima, en lugar de la eterna
actriz secundaria.
Querida Eva, creo que nadie te preguntó si fuiste feliz en
el Paraíso, o si quizás, tú creaste el tuyo propio, a tu gusto y manera, con
tus propias normas. Quien sabe, si fuiste más feliz después…aunque yo quiero creer
que sí.
Querida Eva, quería decirte que te admiro, estés donde
estés.
A TODAS LAS EVAS DE ESTE MUNDO O DE OTRO. Y LA PEQUEÑA EVA
QUE HAY EN MI.
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