domingo, 19 de enero de 2014

Querida Eva


Querida Eva, te escribo desde la tierra, estés donde estés.

Querida Eva, tengo tanto que preguntarte, tengo tanto que decirte…y tanto por lo que admirarte.

Querida Eva, siempre me contaron tu “antes”, pero nadie me contó tu después. Nadie me dijo qué fue del cobarde de Adán, ni donde fue del paraíso. Quizás después de todo, la serpiente se convirtió en tu mascota favorita. ¿Te volviste a enamorar? Igual encontraste a alguien terrenal, que te quiso como si fueras una diosa. Igual tuviste un trabajo digno, que te hizo sentir realizada, del que disfrutaste día a día. Quien sabe, quizás la tarta de manzana se volvió tu postre preferido…

Querida Eva, ¿tuviste hijos? Quizás se parecieron a ti, quizás no. Quizás les contaste tu historia, quizás no. Pero seguro que luchaste por ellos, ya que sí, fueron sangre de tu sangre. Seguro que al ver sus caras por primera vez, lloraste de felicidad. Seguro que te hicieron sufrir, pero aprendiste que eso formaba parte de la vida. Te castigaron con el dolor, pero tú y yo ya sabemos, que hay palos que no duelen.

Querida Eva, ¿fuiste feliz? Igual encontraste a esa persona, para la cual la única religión era escuchar tu risa al despertar. Igual no tuviste que pedir perdón nunca más. Igual aquello por lo que tenías que avergonzarte, te hizo más fuerte. Quizás aprendiste a mirar siempre hacia el frente, y nunca más bajaste la cabeza.

Querida Eva, quizás aprendiste a disfrutar del mundo, de las pequeñas cosas que llenan la vida, de los instantes eternos y los momentos irrepetibles. Quizás te pusiste perfume, zapatos de tacón y te pintaste los labios…y lo mejor de todo es que nadie te juzgó por ello. Quizás viajaste por todo el mundo, quizás conociste lugares increíbles y personas inolvidables que volvieron a llenar tu cajón de los recuerdos. Querida Eva, igual lo que nos describieron como el Edén, para ti solo era una cárcel de flores. Igual al ser expulsada, comenzaste a disfrutar de tu propia vida, a ser persona, a vivir.

Querida Eva, seguro que dejaste de creer en dios, y comenzaste a creer en ti misma. Seguro que te miraste al espejo y te gustaste. Seguro que tras unas cuantas lágrimas, pensaste que podrías salir adelante, y que igual todo aquello no era más que una dulce condena. El comienzo de una historia en la que tú serías la protagonista anónima, en lugar de la eterna actriz secundaria.

Querida Eva, creo que nadie te preguntó si fuiste feliz en el Paraíso, o si quizás, tú creaste el tuyo propio, a tu gusto y manera, con tus propias normas. Quien sabe, si fuiste más feliz después…aunque yo quiero creer que sí.

Querida Eva, quería decirte que te admiro, estés donde estés.

A TODAS LAS EVAS DE ESTE MUNDO O DE OTRO. Y LA PEQUEÑA EVA QUE HAY EN MI.


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