jueves, 28 de febrero de 2013

La barra de un bar




Era el chico del final de la barra del bar, era el chico de los vasos medios vacíos, el de las entradas por armar. 

Era el chico de los ojos claros, o al menos, así los veía yo, el chico de la sonrisa tímida, ese, que al bailar, siempre me pisaba los zapatos.

Era el chico de la mirada perdida, el chico de una noche loca, o mejor dicho, de todas las noches locas de mi vida. Era al que siempre temía, ese al que a veces odiaba, al que a veces quería. Era el chico de la foto de nuestras vidas. Era el chico del final de la barra del bar, ese que odiaba las despedidas, el de los cruces de caminos, aquel al que yo esperaba ver cruzar a las tres de la mañana mi esquina.

Era mi espera en un andén, mi rencuentro más deseado. La letra de todas mis palabras, el comienzo de todos mis finales, mi principio más inesperado.
Era el foco de mis sorpresas, mi mayor desconocido, quien más me conocía, y a veces, muy a veces, mi mejor enemigo. Eran los ojos que buscaba encontrar, sin esperanzas ni planes, tras el final de la barra del bar.

Era mi aventura de un día, el náufrago de mi playa, mi efecto mariposa, ese puente que una y otra vez, rompía y reconstruía. 

Era mi promesa incumplida, mi escondite favorito, mi sueño de verano, eterno, una y otra vez, el motivo de una margarita.

Mi inspiración, mi logro, mi fracaso. La llave de mi puerta, la llamada más esperada, a veces conocido, a veces extraño.

Mi secreto peor guardado, el tapiz de mi colchón. Una mano que se deslizaba y se escondía, el cristal de mi ventana, era una manta con su olor. 

Era el comienzo, era el final. Era el chico de los vasos medio vacíos, el de la foto de mi vida. Mi sueño, mi azar. Esa mirada que siempre he buscado, aunque él no lo sepa, al final de la barra de un bar.

"Cuando saltamos sin miedo, sin nada que perder. Cuando dejamos de querernos, y aprendimos a querernos bien"




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