martes, 10 de abril de 2012

doscientas cinco


Hoy, caminando por la calle, me encontré contigo. Me crucé con tus ojos, una milésima de segundo, y me volví a perder. A perder en tus amaneceres, en tu locuras sin sentido, en tu modo de reír. Hoy creí escucharte, creí oírte contar todas aquellas cosas que nunca me dijiste. Hoy, creí rencontrarte en cada sombra, en cada habitación vacía que solo a veces, tomaba color. Me crucé contigo, y toqué mi mejilla, sí, creo que sentí aquel beso que nunca me diste; creo que  pude oler, por un instante, ese aroma matinal sobre la almohada; creo que te tuve tan cerca que dejé de pensar en ti. Hoy me crucé contigo, y volví a darte todos aquellos motivos por los que tú eres tú, aunque en el fondo no los sepas. Hoy te hubiera dicho en doscientas cinco palabras porqué te esperé en un andén, por qué me tiré por el precipicio sin paracaídas, por qué hay cosas que duelen más que un adiós, o quizás, te lo hubiera explicado sólo en dos. Hoy me crucé contigo por la calle, y me volví a perder, y al despertarme, en tu reflejo, creí encontrar mi sitio, de una vez por todas, garabateado en un papel.

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