sábado, 11 de septiembre de 2010

sueños elásticos

Quizás, Adriana, solo fuera un personaje. Los días pasan amargos, amargos como el último trago de la copa de vino con la que brindamos una noche de marzo. Quizás, Adriana, solo fuera un personaje para el chico de pantalones verdes y ojos camaleónicos, que sereno, escribía, dejando entrever el Sol entre su pelo dorado. El viento mecía su pluma y una extraña sensación de melancolía hacía estremecer a las margaritas.


Quizás, Adriana, solo fuera un personaje. Yo fumaba, sentada, en la mesa de aquel café londinense, y jugaba a adivinar cómo sería ella, si tendría una sonrisa llena de vida, de energía, o por el contrario sería la sonrisa inocente y llena de ilusión de un niño. Jugaba a dibujar su rostro, a sentir su olor en el cálido viento que tanto parecía agradar al chico de ojos verdes.

Quizás, Adriana, solo fuera un personaje. En días amargos, como hoy, he de confesar que en aquella época, jugaba a pensar cómo sería yo, de haber sido ella. Pero ahora las tardes pasan despacio, como una despedida en la terminal número dos de cualquier aeropuerto.

Fueron aquellos días de Sol, días de musas y poetas, días de fusión, de simbiosis, de sus ojos verdes y mi roja sonrisa, de esas cosas deliciosamente pequeñas que ahora se, solo pasan una vez en la vida.

Sé que él hubiera muerto por dar vida a Adriana, veía como minuciosamente la cuidaba, protegía y mimaba, como si el mundo fuera demasiado grande para ella, para sus ojos de gata. Sé que lo hubiera hecho porque yo, desde lejos, lo observaba, veía cómo le susurraba poemas al oído “como la luz de un sueño, que no raya en el mundo, pero existe”. Así vivía yo, encerrada en libros, esos libros que sabía, llamarían su atención.

Terminé mi cigarro y me abrí de bruces al universo de Adriana, todo ocurrió fluido, sencillo, como esas cosas que te hacen llorar de felicidad.

Y el viento se levantó, leve y suave, mientras los tres jugábamos a construir un mundo dentro de una bola de cristal; el viento se levantó, sí, para susurrarnos al oído poemas escritos en servilletas de papel, mientras La Vie en Rose sonaba como salida de una cajita de música, como si fuéramos conscientes de que París, no se acabaría nunca.

Quizás, Adriana, solo fuera un personaje. Ahora que me termino esta copa de vino, siento la vida pasar como en una película en blanco y negro. He vuelto a aquel café, y me he perdido, en la escalera de la desesperación de no poder adentrarme más en esos ojos verdes, camaleónicos.

Termino mi cigarro.

Quizás, Adriana, solo fuera un personaje, pero yo quiero creer que no.

1 comentario:

  1. Adriana, es una realidad tangible, construida a traves de unos versos libres y flexibles que tienen tu talento como vinculo de expresion. Es un mundo donde refugiarse, una imagen que evocar cuando todo se cae y el presente parece en ruinas conmparado con ese pasado poderoso y estimulante. Es un suave y caliente siroco en un dia de crudo invierno...

    Es un verdadero placer leerte, y ver como cada vez eres mas certera y punzante con lo que quieres expresar... Me encanta descubrir y recobrar sensaciones perdidas entre tus lineas, sentirte latir entre cada letra, saltar la distancia que nos separa con literatura...

    ResponderEliminar