martes, 14 de julio de 2009

tiempos (aviones)


Estuviste tantos siglos a mi lado que olvidé como me estremecía al oír tu voz en la distancia, olvidé el brillo de los ojos que me ataban y me hacían libre, por olvidar olvidé como temblaba cuando me hacías el amor.


Estuviste tanto, tanto, tanto, que si cierro los ojos podría dibujar cada milímetro de tu piel, podría plasmar en un papel el hueco perfume que me envolvía cada vez que te volvías loco por mí. Estuviste tanto que no recuerdo que cuando te vi por primera vez no recordaba tu nombre.


Cuánto tiempo puede caber en una botella, cuantos sueños se esconden tras una sonrisa rota por el tiempo y el olvido…cuantas veces he deseado tenerte tan cerca que me asfixie el cálido sonido de tu voz.


Creaste un cosmos cristalino solo para mi, y yo lo destrocé sin saber que solo regalamos lo que somos en realidad…estuviste tanto tiempo a mi lado que las noches se volvieron días y las días madrugadas desesperadas. Te tuve tantos amaneceres que el despertar sin el olor a hierba fresca me producía vértigo, y eso que vivía al ras del suelo.


Porque quise decirte que te quería, y sesenta y cinco se me hicieron pocas palabras para hacerlo, y el mundo se me quedó pequeño. Quise tenerte tan cerca que te mandé lejos, porque al mirarme al espejo vi algo que no quería ver, algo que tú nunca habrías descubierto de no mirar con mis propios ojos una imagen distorsionada en un cristal roto por la soledad.


Estuviste tanto tiempo que las ranas se hicieron príncipes, y las princesas se cansaron de esperar, estuviste tanto tiempo que al calor de mi invernadero el mundo te parecía demasiado frágil. Estuviste tanto tiempo que cosiste mis alas por si me atrevía a abrir la ventana de mi bohardilla de cartón.


Y ahora que no estás todo se rompe, se quema, se derrumba. Estuviste tanto tiempo que no me dio tiempo a saber cómo sería si no estuvieses.


Estuviste tanto tanto que mis gusanos de seda se convirtieron en mariposas blancas, aunque yo no lo supe ver hasta que el tiempo en que no estuviste arruinó mis locuras.


Estuviste mucho, tanto, que los aviones aprendieron a volar, y eso que en el principio solo fueron aproximaciones, tanto, que te convertiste en un secreto más, el de Casiopea.


Estuviste tanto tiempo que me calaste, a pesar de ser yo la lluvia.

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