domingo, 12 de abril de 2009

estigmas


Algún día me gustaría volver a encontrarme conmigo. Caminar por la calle y sentir que no necesito pensar en ti. Que soy yo. Me gustaría caminar despacio, sin sentir tu aliento en mi nuca, como una pistola jugando a la ruleta rusa. Respiro. Tu olor vuelve a mi cabeza, como ese presentimiento de que mi vida sería como aquel domingo por la tarde, en el que tuve tanto miedo como odio, el presentimiento de que mi vida sería como tu compás. A destiempo.

Tengo tanta sed de ti que ya no puedo beberme los amaneceres y emborracharme por las noches. Inmune al alcohol. Adicta a ti, aunque me grites, me odies, me mandes lejos. Adicta a ti. Como si fueras el viento sudeste, que al contacto con mis labios se vuelve agua…pero salada. Salada como el tacto de tu pelo. Como el color de tus ojos cuando no te atrevías a mirarme. Como nuestro palacio.

Siempre tuve una extraña predilección por lo absurdo, quizás no llegues a entender por qué odié a campanilla, por qué detestaba aquella película de Buñuel aunque no pudiera dejar de mirarla una y otra y otra vez.

Así que saca tu pistola que el as de mi manga está boca arriba, deja de caminar sobre la cuerda floja. Saca tu pistola que esas balas no son para mí. Deja mi nuca y vuelve al lugar del que saliste, piérdete tú y tu absurdo modo de entender el mundo. Deja mi casa en ruinas, y vete lejos…y cuando estés a millones de años luz…vuelve a mí.

Con las rodillas rotas, sin paraguas y un cielo que no me escucha por mas que grite. Nunca Jamás era nuestro cada noche, pero tanto tirar piedras rompimos la ventana. Mi embriagador desconsuelo. Mi estigma. Quizás algún día podamos cambiar el mundo, y dormir en tu colchón, borrar las guerras que nos dieron la paz, vivir en el olvido. Pero hoy puedes quedarte con los trofeos que quieras. Quise ganar tu juego y me he perdido.

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