miércoles, 18 de marzo de 2009

A desde nunca jamás...

Hay veces que las cosas ocurren por casualidad, por pura inercia, sin haber tomado grandes decisiones ni asumido demasiados riesgos. Debo de reconocer que nunca he creído llevar las riendas de mi vida, que hasta ahora, me he dejado gobernar por los caminos que iba abriendo el paso del tiempo a última hora, sin rumbo fijo, sin una meta. Me he dejado mecer tranquilamente, viendo pasar los acontecimientos por mi lado, sin atreverme a actuar, sin atreverme a elegir y equivocarme. He sido como un pájaro planeador, que va de norte a sur, de este a oeste, movido por los continuos y azarosos cambios de viento, evitando las situaciones difíciles y peliagudas, no por el empuje de sus alas, sino por la fuerza de una corriente tardía que no siempre lleva al mejor de los lugares. He disfrutado del paisaje, sí, pero siempre he tenido la sensación de divisar parajes mejores al otro lado del horizonte. Me pregunto que hubiera sido de mí con un último esfuerzo, con una última batida de alas, con una mejor elección en los momentos claves.

Nunca me imaginé estudiando Industriales en Ciudad Real. Una carrera gris en una ciudad aún más gris. A mí siempre me gustaron los colores. Y para mí los colores, como los matices, están asociados al lenguaje, esa mágica herramienta capaz de llegar a los sitios más recónditos del alma y provocar una emoción. Con esto no quiero decir que la ingeniería esté fuera de mi orbita, sino de que me parece demasiado fría y apática. Tal como se imparte es una sucesión aburrida de fórmula tras fórmula, sin ninguna contextualización ni ningún guiño a su descubridor ni a su utilización práctica. Yo disfruto más leyendo el cómo se descubrió, quién la descubrió, cuándo se descubrió, qué supuso, es decir, la historia que hay detrás. El trasfondo histórico. Me gusta saber que hay gente detrás de cada gran descubrimiento, que hay gente que se ha esforzado, ha sufrido, ha sido torturada, para llegar a esta sociedad tecnológica. Me estoy enrollando demasiado, metiéndome en temas que tengo que desarrollar más extensamente en alguna entrada más especifica.

Sigamos con el tema principal. Todo esto es para darte la bienvenida. Una de las cosas buenas de dejarte llevar es que a veces descubres cosas que valen la pena, que son realmente valiosas, y que sin la colaboración del duendecillo del azar hubieran pasado desapercibidas, ocultas para siempre. Una de esas cosas eres tú. Conocerte, que te gustaran los colores y que estudiaras industriales en mi clase, ha sido un cumulo de casualidades fantásticas. De esas cosas que justifican una mala elección o estar en un sitio que no te gusta. Por eso estoy encantado de que te embarques en esta aventura conmigo. Me encanta que tratemos de colorear juntos este paraje gris que nos rodea y que este blog intente ser ese país de nunca jamás tan presente en ti, al que todo el mundo quiere volver.

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